Wednesday, September 27, 2006

So far away

Autora : Milagros Salcedo (Lima)


No. Ella no podía. Miraba solo el movimiento inocuo de la noche fría, el aire gélido se adhería a su piel y la penetraba. Habia pasado tanto tiempo allí de pie esperando una nada indefinible que su pecho estaba agarrotado y duro. Su sangre seguía circulando como la de los reptiles antes de congelarse definitivamente. Su boca mostraba aún algo de color y su cabello había muerto.

Cómo imaginar al remoto mundo girando ?. Sólo vivía la conciencia del oxígeno en sus fosas nasales y del corazón cerrándose a la desaforada espera.

Nada. Pero cuál ?. Aquella que nos puebla de desierto ? aquella que nos invita al desierto ?. El silencio que la acompañaba era cortante y ambigüo…

Qué grito hubiera sido útil ?

Qué sacudida ?

Qué frenesí ?

Qué blanda espera ?

Incapaz de volver atrás, porque no había atrás ahora que ese momento estaba terriblemente vivo.

Todo el tiempo se había perdido y los lugares desaparecían :

Un corazón cerrrado había iniciado la búsqueda y desesperaba inmóvil al borde de un abismo sin respuesta. Cómo definir si el abismo estaba dentro de sí mismo o fuera, en un mundo de circunstancias repetitivas…

Recordó que lejos existía el color y que lo cubría todo. La nada sería transparente?. El dolor es el color que está ahora alrededor… ese aleteo, qué es? Sus fosas nasales perdiendo la partida? su libertad presa? algún ser que cobra vida?

Sabía que nadie llegaría a «salvarla» (de qué? de sí misma?) y que no se podía huir de aquello que nos habita. Deseó el letargo de la nieve y recordó que los deseos jamás se cumplen.

El azul había sido, en su otra vida, esa que arrastra convenciones y que se deshace en lo ilusorio, su color preferido. En sueños azules había vivido la ficción del amor a un otro que terminaba siempre siendo ella misma… se quebraba el aliento unido, el dormir seguro, se coarteaba la piel antes húmeda y caliente hasta la incandescencia. Y entonces partía otra vez, trashumante entre seres de alma sedentaria… sólo que nunca sabía adónde y terminaba entrampada una vez más.

No. Ahora es simplemente no moverse más y respirar. Surgiría “aquello”? Sabía que saldría de ella misma. La rompería. Sabía que ella era la crisálida y que las mariposas destruyen las crisálidas… El sacrificio es imperativo… Se dará el cambio de piel ? Que el corazón se rompa primero…